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Epilepsia y trabajo

Para las personas con epilepsia, enfrentarse al mundo laboral puede ser todo un desafío, con caídas y superación. La discriminación, la ignorancia y el estigma juegan en contra. Aunque también se encuentra compañerismo, empatía y profesionalismo. Te invitamos a conocer las historias de Nicolás, Juan José, Leticia y Macarena. 


“Mis colegas me han ayudado a crecer en todos los ámbitos de mi vida”

Nicolás Becerra (34): Reponedor Supermercado Jumbo

En noviembre cumplo 7 años trabajando como reponedor en el Jumbo. Desde el primer día, le comuniqué a mi jefatura mi diagnóstico e incluso le llevé a mi equipo un libro sobre epilepsia para que pudieran entender y conocer más sobre esta enfermedad. 

Desempeñarme en este oficio ha sido fundamental para mi desarrollo personal; ahora tengo más confianza en mí y me siento valorado.

Dar el primer paso no fue fácil. Mi familia tenía miedo que me discriminaran o cómo yo manejaría esta nueva experiencia. Fue mi psicólogo quien me motivó a buscar empleo, salir de casa y mantenerme activo. Gracias a su consejo, asistí a una feria laboral con mi currículum en mano, y fue allí donde encontré esta oportunidad.

Afortunadamente, no fue como mi círculo más cercano pensaba. Mi ambiente laboral resultó ser excelente, y mis colegas me han ayudado a crecer en todos los ámbitos de mi vida. 

En todo este tiempo, solo he tenido una crisis, y cuando ocurrió, mis pares y superiores fueron muy comprensivos. Incluso me dieron la libertad de ajustar mis tareas cotidianas durante los días siguientes, hasta que me sintiera mejor.

Nunca me ha asustado hablar sobre mi diagnóstico. Sin embargo, entiendo que muchos prefieren no mencionarlo por temor a ser excluidos o a que los despidan. A ellos les diría que no dejen que ese miedo los paralice.En Chile, lo que más falta es apoyo para educar al entorno cercano de las personas que tienen epilepsia. Por lo general, las familias y amigos tienen aprensiones infundadas que pueden convertirse en una limitante. En mi caso, cuando mis seres queridos aprendieron más sobre esta enfermedad, me respaldaron y han sido un pilar fundamental en este proceso.

María Roco, jefa de Nicolás

“Desde que Nicolás se unió a nuestro equipo, se ha integrado perfectamente. Es un colaborador más, sin ningún inconveniente. Al principio, nos preocupamos, ya que no sabíamos cómo reaccionar ante una crisis o algún incidente relacionado. Sin embargo, a lo largo del tiempo, todos hemos aprendido.”


“Mis alumnos se asignaron roles en caso que tenga una crisis en clases”

Juan José Huencho (34): Profesor de Educación Física

Actualmente trabajo como asistente de profesor de Educación Física en la Escuela Santa Inés de San Antonio, donde afortunadamente nunca me han tratado distinto a mis pares ni han dudado de mis habilidades. He recibido el respaldo de mis compañeros y superiores, algo que no experimenté en mis anteriores empleos, en los que sufrí rechazo y discriminación.

Una de mis primeras experiencias laborales fue en una escuela diferencial en 2019, la cual resultó ser muy dolorosa y frustrante. A los pocos días de ingresar, tuve una crisis y la directora decidió desvincularme, justificando que no tenía las competencias adecuadas para ser docente debido a mi enfermedad.

Pero ahora mis alumnos, particularmente los más grandes, se preocupan siempre por mí. Incluso tuvieron la iniciativa de asignarse roles en caso de que tenga una convulsión. Estos gestos, junto con el soporte de mis colegas, me hacen sentir valorado por la comunidad escolar.

Recuerdo un episodio en el que tuve una crisis durante una operación Deyse y caí al suelo. Uno de mis compañeros les explicó a los niños que lo que me estaba pasando era parte de mi epilepsia, nada fuera de lo normal y que yo estaría bien. Lo que más me sorprendió fue la reacción de los alumnos, quienes lo tomaron con tranquilidad y fueron muy atentos conmigo.

He contado siempre con el apoyo incondicional de mis padres y mi hermano menor, quien ha sido un pilar fundamental en mi vida. Mi padre me enseñó a enfrentar los problemas con humor, lo que me ayuda a sobrellevar mi enfermedad con más ligereza.A las personas con epilepsia les diría que confíen en sí mismas y superen los obstáculos con constancia y esfuerzo. Una gran ayuda para lograrlo es terminar con el estigma y fomentar la inclusión laboral. Por eso, considero crucial capacitar a toda la comunidad sobre esta enfermedad.

Armando Pérez, compañero de trabajo:

En nuestra escuela trabajamos con niños de diversas capacidades, por lo que recibir a un profesor con epilepsia no fue complicado. Lo importante fue saber cómo actuar en caso de emergencia. A pesar de los prejuicios, la directora lo recibió con los brazos abiertos y para mí ha sido una buena experiencia.


“Hablar abiertamente sobre mi epilepsia siempre ha sido difícil”

Leticia Reyes (26): Ingeniera en Marketing 

Salí de la universidad en 2023, superando diversos desafíos debido a mi epilepsia Me gradué de Ingeniera en Marketing en solo cuatro años, un logro significativo del cual estoy profundamente orgullosa.

El primer acercamiento que tuve al mundo laboral fue durante la práctica en una agencia de marketing. Estaba muy entusiasmada e incluso, al finalizar, me ofrecieron un contrato formal. A pesar de eso, con el tiempo, decidí renunciar, ya que al revelar mi diagnóstico, enfrenté discriminación por parte de mi jefatura.

Al inicio, trabajaba de manera virtual, por lo que no consideré necesario mencionar que tenía epilepsia. Con la presencialidad, decidí contárselo a mi superior. Fue un error confiar en que lo manejaría de manera adecuada. Nuestra relación se deterioró de un momento para otro, y su actitud se volvió cada vez más distante.

Hablar abiertamente sobre este tema siempre ha sido difícil, pues enfrentar el estigma no es sencillo. Hoy, aún tengo temor de decirlo en las entrevistas. Me inquieta que repercuta en los procesos de selección y que no me den la oportunidad de trabajar o tenga que atravesar experiencias similares a la anterior.

Ahora deseo integrarme en un entorno más inclusivo y cálido, donde pueda ser honesta respecto a la situación que vivo, ya que en este momento mi prioridad es equilibrar mi bienestar y desarrollo profesional. Sé que el prejuicio de la gente seguirá presente, pero también confío en que puedo afrontarlo de la mejor manera.

En Chile, es imprescindible sensibilizar a las organizaciones y a la sociedad sobre cómo apoyar a quienes vivimos con esta enfermedad.

A quienes tienen epilepsia y temen ser criticados o apartados, les digo que con el acompañamiento de sus seres queridos y una mentalidad positiva, se puede progresar y salir adelante.

Lorena Peña, mamá de Leticia:

Cuando comenzó a trabajar, se sentía feliz, entusiasta y motivada. Sin embargo, con el tiempo, la discriminación afectó su ánimo. La apoyamos para que siguiera adelante y ahora la veo más contenta, con planes a futuro, lo que me alegra mucho. Como familia, le hemos brindado apoyo para que se realice como mujer y pueda llevar una vida plena.


“Me convencí de que podía lograrlo”

Macarena Avilés (31): Contadora Auditora

Hace dos años comencé a trabajar como Contadora Auditora. En mis primeras experiencias laborales no compartí que tenía epilepsia, por miedo a los prejuicios. Me sentía insegura al pensar que las personas pudieran ver mi enfermedad como una limitación. Sin embargo, con el tiempo, he ido adquiriendo herramientas que me han facilitado abordar este tema con más confianza y tranquilidad, lo que también me ha permitido hablarlo abiertamente en mi trabajo actual.

Estar fuera del mundo laboral nunca fue una opción para mí, como tampoco lo fue dejar de estudiar en su momento. Me decía: “Sí o sí tengo que hacerlo, aunque me dé temor que no me contraten o que me despidan por tener esta enfermedad”. Así que me convencí de que podía lograrlo y que no permitiría que eso me detuviera.

La epilepsia me afecta en dos aspectos prácticos: la memoria y, a veces, el habla. Sin embargo, pude generar estrategias para enfrentar estos desafíos. 

He podido superar obstáculos gracias a mi actitud y, sobre todo, al apoyo de mi familia. Ellos han sido fundamentales para no decaer, recordando siempre que puedo hacer lo que me proponga. Además, cuento con la ayuda constante de mi mamá y de mi círculo cercano en el cuidado de mi hijo, lo que me permite descansar lo suficiente.

Como consejo para otras personas con epilepsia que desean trabajar y no se atreven, les diría que debemos salir adelante con determinación y ponerle ganas. Esta enfermedad no es una limitante; con esfuerzo y el respaldo adecuado, podemos lograr todas nuestras metas.

En Chile, hace falta generar espacios en los equipos de trabajo donde se eduque sobre la epilepsia, no solo en cómo actuar en caso de crisis, sino también para desmitificar los prejuicios y conceptos erróneos que existen en torno a quienes tenemos esta enfermedad.

Rosa Acuña, compañera de trabajo:

“Trabajar con una persona con epilepsia fue una experiencia nueva para mí. Al principio, sentía la responsabilidad de estar pendiente de ella, aunque no fuera necesario. Sin embargo, con el tiempo, la situación se normaliza, lo que permite que todo fluya de manera natural en el entorno laboral.

Cuando se habla de epilepsia, mucha gente suele pensar en lo peor, en que no se puede llevar una vida normal, pero he aprendido que eso no es cierto. He visto de primera mano que sí es posible.”