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La importancia de un diagnóstico precoz

Dr. Arturo Márquez, Neurólogo adulto. Servicio Médico Liga

Durante muchos años, el estigma de la epilepsia ha invisibilizado la enfermedad, haciendo que muchas personas, a pesar de presentar cuadros convulsivos a repetición, no consulte y persista con los síntomas a lo largo de los años, produciendo así, un deterioro progresivo en su salud física y mental, como también una peor calidad de vida, social y económica. Gracias a múltiples campañas y a la educación de la población, se ha logrado ir sacando a la epilepsia de las sombras y visibilizar el problema, para así poder dar una solución a aquellos que la tienen.

En el transcurso de los años hemos ido comprendiendo los distintos aspectos de la patología como también logrando identificar de forma más precisa el diagnóstico de epilepsia y sus etiologías (causas) que la generan. Con esto, hemos ido aprendiendo a identificarla de forma más precoz en todo rango de edades, desde los más pequeños (recién nacidos), hasta los adultos mayores, los cuales pueden tener manifestaciones muy variadas, dada la amplia gama de crisis epilépticas que pueden experimentar, como las diferencias evolutivas que tienen cuando se presenta en periodo inicial de la vida o en las etapas más avanzadas. Esto ha permitido llegar de forma más precoz al diagnóstico de epilepsia y así impactar positivamente en múltiples aspectos.

Un diagnóstico precoz repercute de distintas formas dependiendo de la edad del paciente. Cuando se presenta en etapa de recién nacido o durante la primera infancia, el correcto diagnóstico y tratamiento de las crisis epilépticas puede ayudar a disminuir el impacto negativo que pueden tener estas en el desarrollo psicomotor y cognitivo del infante, disminuir periodos de ausencia escolar, evitar que se deteriore la sociabilización, como también disminuir las complicaciones médicas asociadas por tener crisis convulsivas (traumatismos craneanos, neumonías aspirativas u otros).

En edad adolescente, además de lo anteriormente mencionado, un correcto diagnóstico y tratamiento ayuda a disminuir el impacto negativo en la autoestima y en el proceso de formación de identidad. Además, durante los controles que el paciente puede tener, facilita la identificación de otras complicaciones como trastornos anímicos asociados, conductas de riesgo como las privaciones de sueño y el consumo de drogas.

En la adultez, además evita que la persistencia de las crisis impacte de forma negativa en la relación de pareja. Asimismo, un buen control de las crisis también ayuda a tener una menor tasa de ausencia laboral, disminuye los accidentes asociados y así también, las limitaciones que conlleva el persistir con crisis convulsivas (como la conducción de vehículos). Un diagnóstico precoz disminuye la probabilidad de tener una crisis epiléptica que conlleve un potencial accidente asociado, caída de altura, fracturas, quemaduras, asfixia e incluso, aunque sea muy infrecuente, de muerte súbita.

Cabe destacar que, en todo rango etario, el diagnóstico de epilepsia implica además un cambio en el estilo de vida a uno más saludable que impacte positivamente en el control de crisis epilépticas y también en la salud general. Nos referimos a mejorar las horas y calidad de sueño, que cuando es insuficiente aumenta la incidencia de crisis epilépticas. También implica llevar un estilo de vida saludable con alimentación adecuada, ejercicio físico, evitar el consumo de alcohol y drogas, y tener precaución con algunos medicamentos que podrían interferir con la terapia indicada, o directamente producir crisis convulsivas.

En mujeres es especialmente importante, dado que un correcto diagnóstico y tratamiento en periodo de fertilidad nos permite planificar de mejor manera potenciales embarazos, y así evitar tanto crisis convulsivas que son nocivas o dañinas para el feto y la madre, como también disminuir el riesgo teratogénico (riesgo de malformaciones fetales) de algunos medicamentos anticrisis. Cuando nos enfrentamos a un diagnóstico reciente de epilepsia, dependiendo de la causa y de la forma de presentación, vamos ajustando los tratamientos y tratamos de identificar quiénes responden a la terapia de buena manera y quiénes no.