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¿Qué causa la epilepsia en los adultos?

En los adultos más jóvenes, las principales causas son las llamadas de “origen estructural”, como los TEC, tumores o infecciones del sistema nervioso. En los mayores, más del 50% de las crisis son provocadas por los Accidentes Cerebro Vasculares (ACV). 

La epilepsia es una de las enfermedades neurológicas más frecuentes en todo el mundo y afecta alrededor de 50 a 70 millones de personas de todas las edades. Y si bien puede presentarse en cualquier momento de la vida, existen dos tramos etarios bien marcados donde se concentran estas posibilidades: la infancia y después de los 60 años. 

Y las estadísticas no hacen más que reforzar esta realidad: de todas las personas con epilepsia a nivel mundial, un 25% son adultos mayores. Y en general, en este grupo, la epilepsia es la tercera enfermedad neurológica más frecuente. 

Pero antes de adentrarnos en los mayores, hablemos primero sobre la epilepsia en adultos. Aquí también las causas son múltiples, pero como ya mencionamos, afectan a una población mucho menor. 

Cabe destacar que si la epilepsia se originó en la niñez, entre un 65 y 70% logrará quedar libre de crisis después de un período de al menos 1 – 2 años de tratamiento. Esto significa, que el porcentaje restante puede mantener su epilepsia en la etapa adulta. 

De esta forma, entre las principales causas de la epilepsia en la adultez son las llamadas de origen “estructural”. 

Dr. Alberto Prat, neurólogo de adultos
del Servicio Médico de la Liga.

“Las epilepsias en la etapa adulta se pueden presentar a raíz de traumatismos encefalocraneanos (TEC), tumores cerebrales, pérdida de neuronas y atrofia del hipocampo (esclerosis hipocampal), malformaciones vasculares o congénitas de la corteza cerebral (displasias corticales), entre otras. También son frecuentes aquellas que se originan a partir de infecciones del sistema nervioso central (meningitis, encefalitis, abscesos cerebrales) y cada vez con mayor frecuencia las de origen autoinmune (inflamación cerebral como parte de una respuesta inmunológica)”, explica el Dr. Alberto Prat, neurólogo de adultos del Servicio Médico de la Liga. 

Adulto mayor: un cerebro más expuesto

A medida que avanzamos en edad, nuestro cuerpo y nuestros órganos van acusando el desgaste de toda una vida, siendo más propensos a distintas afecciones. Es por ello que a partir de los 60 años podemos ver un notorio incremento en los diagnósticos de epilepsia a nivel mundial. 

En este rango de edad, por lejos la causa de epilepsia más común (o de crisis aisladas) serán los Accidentes Cerebro Vasculares (ACV), que son responsables del 50% de las crisis epilépticas en mayores de 65 años. 

En segundo y tercer lugar vienen los tumores cerebrales y la demencia (como el Alzheimer) respectivamente, y en cuarto puesto, los TEC, principalmente por la susceptibilidad que tienen las personas mayores a tener caídas. 

Diagnóstico complejo

En las personas mayores el diagnóstico de epilepsia puede ser más difícil, ya que por una parte desde lo clínico pueden surgir dificultades para diferenciar crisis epiléptica de una condición médica ya existente (hipoglicemia, sincope, confusión etc.) o las condiciones externas que son habituales a esta edad, como la falta de “testigos” que puedan describir sus crisis. 

“La mayoría de las crisis en este grupo etario son focales y se manifiestan de distintas formas. No obstante, rara vez debutan con una crisis generalizada o convulsión. Además, suelen presentarse de una forma poco habitual, como por ejemplo, desorientación, pérdida transitoria de memoria o confusión (las llamadas fluctuaciones cognitivas), lo que muchas veces demora el diagnóstico”, explica el Dr. Prat.

En este contexto, la exploración clínica que haga el médico con el paciente resultará clave, toda vez que los exámenes complementarios como las imágenes cerebrales o los electroencefalogramas pueden ser mucho más complejos que en un paciente joven. 

En este sentido, los errores en el diagnóstico por exámenes mal interpretados también suelen ser más frecuentes, ya que existen rasgos propios de la edad como algunas “alteraciones” que se muestran en los electroencefalogramas que son normales o la lentitud también muy característica de la vejez. 

Transiciones 

Un punto importante a tener en cuenta cuando hablamos de epilepsia en el adulto, es el proceso que viven las personas cuando pasan de una etapa de la vida a otra, ya sea de adolescente a adulto o de adulto a adulto mayor. 

Sobre este punto, para el Dr. Prat hay que partir de una base: “la epilepsia en niños, adultos y adultos mayores tiene múltiples diferencias, tales como su presentación clínica, causas que la producen, tratamiento, pronóstico y contexto familiar en el que se desarrollan”. 

Por lo tanto, agrega, “me parece muy relevante tener presente la transición entre las distintas edades en las personas con epilepsia, no solo para enfrentar de forma correcta la evolución de su enfermedad, sino también las nuevas situaciones y exigencias sociales que les toque afrontar”. 

En el caso de las personas adultas, las exigencias sociales, emocionales, familiares, académicas y laborales pueden ser particularmente duras, y si le sumamos otros factores como la epilepsia, pueden llegar a afectar aún más la calidad de vida y la salud mental. 

A TENER EN CUENTA

Vida sexual:
El tener epilepsia no debe ser una limitante para una vida sexual activa. Al contrario, se ha documentado que tener una pareja emocionalmente cercana, al igual que tener intimidad sexual, es un factor relevante para que personas con epilepsia tengan una visión positiva de ellos mismos, lo cual reduce el estrés, la ansiedad y puede mejorar el control de crisis. Es importante abordar este tema, ya que el tener epilepsia puede asociarse a dificultades en el ámbito sexual, secundarias a su tipo de epilepsia, a los fármacos anticrisis o en relación a aprehensiones propias o de su pareja.


Deportes:
Los deportes y la actividad física regular deben promoverse en las personas con epilepsia, al igual o con mayor énfasis que en la población general. Deben tomarse precauciones en algunos deportes tales como la natación, en la cual se recomienda que sea siempre acompañado y evitar el buceo, andinismo y deportes extremos, por las dificultades para auxiliarlo ante una eventual crisis.


Trabajo:
El desarrollo laboral en personas con epilepsia es un pilar fundamental para una buena calidad de vida e integración social. Lamentablemente sigue existiendo discriminación frente a este diagnóstico y es labor de todos nosotros, seguir educando para disminuir el desconocimiento de esta enfermedad.

Conducción de vehículos motorizados::
En Chile, para que una persona con epilepsia obtenga una licencia de conducir debe contar con un certificado del neurólogo tratante que acredite que está en condiciones de conducirlo. Es responsabilidad del médico hacer un estricto análisis del estado de la epilepsia del paciente, los factores de riesgo de crisis y entregar la información pertinente. En otros lugares como Europa y Australia, se debe estar al menos 6 meses libre de crisis para poder manejar vehículos livianos y al menos 5 años para maquinaria pesada. Se han establecido estos tiempos ya que luego de 6 meses libre de crisis el riesgo de recurrencia en el siguiente año es menor al 20%. Es por esto que la recomendación habitual en una persona con epilepsia que tuvo una crisis, es esperar 6 meses de libertad de crisis para volver a manejar.


Vida social y nocturna:

No debe limitarse la vida social y nocturna por el hecho de tener epilepsia, pero si, ser responsable con los factores asociados a ésta y que pudieran gatillar crisis. Respecto al sueño, lo recomendable es dormir entre 7 a 9 horas nocturnas y tener un sueño reparador. Si por algún motivo se duerme menos, será necesario recuperar esas horas de sueño durante el día. En cuanto al alcohol, la recomendación es no consumir. Las crisis en relación al alcohol habitualmente suceden después de 12 horas del consumo, y generalmente posterior a consumo excesivo (no en bajas dosis). Es por ello, que en epilepsias bien controladas y acordado con su médico tratante, podría permitirse el consumo de alcohol esporádico y en bajas cantidades (social). En relación a las drogas, deben evitarse. En especial, no se recomienda fumar marihuana en pacientes con epilepsia por el eventual riesgo de aumento en la frecuencia de crisis.