Dra. Daniela Pesse Bravo
Gineco Obstetra, Universidad de Chile
Voluntaria profesional LICHE
La Organización Mundial de la Salud (OMS) considera la sexualidad como un aspecto central del ser humano que está presente a lo largo de toda su vida. Este concepto incluye la vida sexual, las identidades y los roles de género, la orientación sexual, el erotismo, el placer, la intimidad y la reproducción. La sexualidad se siente y se expresa a través de distintas formas y está influida por factores biológicos, psicológicos, sociales, económicos, políticos, culturales, éticos, legales, históricos, religiosos y espirituales.
Hasta mediados del siglo pasado existían falsas creencias, tanto en los profesionales médicos como en la población general, que relacionaban la epilepsia con hipersexualidad y desviaciones sexuales. Incluso Hipócrates escribió: “la completa abstinencia o la excesiva vida sexual puede ser la causa de la epilepsia”. No fue hasta después de 1954 que estas creencias fueron puestas en duda e investigadores lograron desmitificarlas.
Una adecuada sexualidad, en todos los aspectos antes mencionados, permite que las personas se desarrollen en forma plena, ya que la sexualidad como aspecto central del ser humano influye en nuestras acciones, creencias y forma de actuar en cada momento de nuestras vidas.
Ahora que dejamos en claro su importancia y lo global que es este concepto, ahondaremos en algunos aspectos de interés en lo relativo a la epilepsia.
Las personas que viven con epilepsia pueden tener varias dificultades que entorpecen el adecuado desarrollo de su sexualidad y frecuentemente presentan:
- Disminución del deseo sexual: debido a trastornos del estado del ánimo y/o efectos secundarios de los medicamentos anticrisis.
- Problemas de excitación sexual y del orgasmo: causados por alteraciones del flujo sanguíneo y del funcionamiento normal del sistema nervioso producidas por disfunciones hormonales secundarias a la epilepsia o a los fármacos utilizados para el tratamiento.
- Dolor: debido a tensión muscular, rigidez o ardor vaginal.
- Trastornos del ánimo: que pueden afectar la autoestima, influyendo en forma importante en la sexualidad.
A modo de ejemplo el ácido valproico, medicamentos frecuentemente utilizado, se relaciona con mayor frecuencia a hiperandrogenismo y a síndrome de ovarios poliquísticos y la carbamazepina disminuye la testosterona libre, lo que podría interferir en la libido.
Estas alteraciones se manifiestan de manera muy variable y a veces pueden incluso no estar presentes dadas las consideraciones multifactoriales de la sexualidad.
Al igual que en otras condiciones, en el caso de la epilepsia frecuentemente los profesionales de la salud nos enfocamos en el correcto manejo y control de las crisis, y en el adecuado tratamiento farmacológico y dejamos de lado aspectos como la sexualidad. Nuevamente, a modo de ejemplo, las pacientes con epilepsia tienen mayores tasas de embarazo no deseado, menor acceso a la anticoncepción y mayores tasas de enfermedades de transmisión sexual (ETS). Los fármacos antiepilépticos inductores enzimáticos pueden interactuar con los fármacos anticonceptivos y disminuir su efectividad, por lo que una correcta evaluación del tipo de antiepiléptico utilizado y las posibles interacciones con el método anticonceptivo son fundamentales. Las fluctuaciones hormonales en el ciclo menstrual pueden variar la frecuencia de las crisis epilépticas por lo que es importante conocer al respecto y sus posibles efectos en la fisiopatología de la epilepsia.
Dentro de los principales aspectos que debemos considerar en relación a la sexualidad de la mujer con epilepsia podemos encontrar:
- Entrega de información adecuada y oportuna sobre métodos anticonceptivos y prevención de ETS.
- Considerar aquellas epilepsias que se exacerban en algunas etapas del ciclo menstrual (catameniales).
- Adecuado seguimiento de trastornos hormonales y sexuales que se puedan presentar.
- Información relacionada a fertilidad y embarazo.
- Considerar el antecedente de epilepsia en pacientes en etapa de climaterio previo a indicar terapias hormonales.
Por último, no puedo dejar de mencionar que la epilepsia por distintos motivos es más frecuente de encontrar en las personas con necesidades especiales de atención de salud y es muy importante que los profesionales de salud, en especial ginecólogos/as y matronas/es, estén capacitados para dar una atención de salud adecuada, completa y oportuna a este grupo de personas.
La medicina está lejos de poder dar respuesta y una solución perfecta a todas las alteraciones antes expuestas, pero sí es su deber evaluar correctamente, acoger, informar, acompañar y hacer lo posible para que las alteraciones en la sexualidad y por ende los efectos en la calidad de vida de quienes viven con epilepsia sean los menos posibles.
En conclusión, el impacto de los problemas sexuales en la vida de pacientes con epilepsia es significativo, de hecho, más de un tercio de pacientes que viven con epilepsia presentan trastornos de la sexualidad. Son escasas las publicaciones respecto a la prevalencia, causas y tratamiento de las disfunciones sexuales en este grupo de pacientes. Es fundamental un enfoque multifactorial de la sexualidad en
todos los pacientes que viven con epilepsia y el estudio de las repercusiones en su calidad de vida.