Cuando se desató la pandemia por Covid-19, por allá en marzo de 2020, la incertidumbre se apoderó, literalmente, de todo el mundo.
Las primeras informaciones parecían ser confusas y no había claridad de los efectos que tendría este nuevo virus en la población y menos en aquellos con alguna enfermedad de base.
Fue el caso de las personas con epilepsia (PCE) que, tanto en Chile como en el resto del planeta, comenzaron a preguntarse si tener esta enfermedad podría significar estar expuestos a un mayor riesgo vital, de aumento de las posibilidades de contagio o que las crisis puedan empeorar si se contrae el virus.
Afortunadamente, se pudo establecer prontamente que hasta el momento no hay evidencia científica de que las personas con epilepsia tengan un mayor riesgo a contagiarse ni tampoco a tener un cuadro clínico más severo debido al coronavirus (salvo en casos en que el paciente esté utilizando corticoides o inmunosupresores). Aunque es bueno tener en cuenta que, en general, los pacientes pueden experimentar un empeoramiento de las crisis debido a enfermedades sistémicas o interacciones de los medicamentos.
Asimismo, y a raíz de la masificación de las vacunas contra el Covid-19, también se descartó que las PCE tuvieran un riesgo mayor a efectos adversos o de generar crisis tras inocularse.
Los verdaderos problemas
En realidad, los hechos demostraron que los problemas vendrían por otro lado: los efectos negativos e implicancias para la sociedad que traería consigo una pandemia de estas características y con este nivel de restricciones.
Así quedó plasmado en los diversos estudios realizados, donde se verificó que, en particular para las personas con epilepsia, el estrés y el deterioro de la salud mental, las dificultades para acceder a los medicamentos y la postergación de los controles con los médicos tratantes se erigieron como las principales complicaciones.
Los efectos negativos de la pandemia estaban más relacionados a temas como el acceso, problemas de salud mental y la necesidad de una comunicación óptima.
Una encuesta realizada en entre julio y septiembre de 2020 por la International League Against Epilepsy (ILAE) a 590 pacientes y familiares de personas con epilepsia en todo el mundo, reveló que un 22.8% de los pacientes experimentó un aumento de la frecuencia de crisis. En tanto, un 26,2% de los cuidadores sostuvo que tuvo dificultades para obtener sus medicamentos para la epilepsia.
Y un mayoritario 58,8% expresó su deseo de tener un mayor acceso a información confiable y actualizada respecto a epilepsia y COVID-19.
Otro estudio, realizado a 241 pacientes, familiares y personal médico en Brasil entre mayo y noviembre 2020, también arrojó como resultado que los efectos negativos de la pandemia estaban más relacionados a temas como el acceso, problemas de salud mental y la necesidad de una comunicación óptima, que a factores como el contagio y el virus en sí mismo. Por ejemplo, un 45% de los pacientes reportó problemas para obtener sus recetas, según esta encuesta.
A la luz de los datos, el mayor estrés provocado por la pandemia y la falta de acceso a médicos o el reabastecimiento de medicamentos, particularmente durante los primeros meses de las cuarentenas, probablemente fueron los principales factores del aumento de crisis en los pacientes.
El plan de la Liga
Con la pandemia declarada y la creciente incertidumbre provocada por las primeras cuarentenas, en la Liga no hubo dos lecturas: se debía asegurar la continuidad de los servicios a los pacientes.
«Debíamos buscar las maneras para que nuestros pacientes pudieran seguir teniendo acceso a nuestros servicios «, Juan Caro (gerente general Liga).
De esta forma, el Servicio Médico, los laboratorios y las farmacias de la Liga a lo largo de todo Chile mantuvieron su funcionamiento, a pesar de las cuarentenas. No obstante, las limitaciones de movilidad y el temor de las personas a exponerse al virus eran un problema, por lo que se trabajó intensamente para crear soluciones innovadoras a esa nueva realidad.
“Debíamos buscar las maneras, a pesar de la pandemia, para que nuestros pacientes pudieran seguir teniendo acceso a nuestros servicios. Entonces, junto con reorganizarnos para poder contar en forma permanente y segura con el personal presencial en las sedes, también desarrollamos una plataforma de venta online de medicamentos con despacho a domicilio y se implementó la Telemedicina en el Servicio Médico”, explica el gerente general de la Liga, Juan Caro.
Estas medidas, junto con un reforzamiento de la difusión de mensajes con información certera para los pacientes, permitieron combatir las principales dificultades ocasionadas por la pandemia en nuestros pacientes.
En el punto alto de la primera (2020) y segunda ola (2021) de la pandemia en Chile, la atención vía Telemedicina en la Liga alcanzó el 68% del total. Hoy el promedio bordea el 40% de las atenciones.
A saber
Hasta ahora, no hay evidencia científica de que las personas con epilepsia tengan un mayor riesgo a contagiarse con COVID-19 o que puedan agravarse más solo por tener esta condición. Las distintas vacunas contra el COVID-19 no presentan contraindicaciones para las personas con epilepsia.