La escuela no solo es un lugar de aprendizaje académico, sino un terreno fértil para cultivar relaciones y modelos sociales significativos que contribuyan al bienestar emocional de los estudiantes.
Es fundamental que los estudiantes perciban el colegio como un espacio seguro donde pueden contar con el apoyo no sólo para desafíos académicos, sino también para los desafíos emocionales y personales que enfrentan, como la comprensión de algunas condiciones de salud.
Cuando la familia no está disponible, la red de apoyo escolar, integrada por los profesores, asistentes de la educación y compañeros, son quienes cumplen el rol de acompañamiento, guía y protección de los niños y niñas. Esta red debe estar informada para actuar oportunamente y en forma adecuada frente a una crisis epiléptica.
Es deseable que toda la comunidad escolar esté preparada para abordar respetuosamente una crisis epiléptica y ofrecer los cuidados necesarios para el desarrollo saludable de los niños con epilepsia. Para ello, se debe abordar la realidad de la epilepsia a través de la educación y capacitación a todo nivel para evitar falsas creencias, prejuicios y restricciones innecesarias para el niño, que son parte del estigma asociado a la enfermedad.